Los viernes resultaron un aliciente por concluir, en algunos casos, la semana laboral. Para el sector hortiflorícola local fue la oportunidad de instalar sus elaboraciones en la “Plaza de los Enamorados” destinada a alegrar al habitué de la feria, sorprender a quien debió atravesar ocasionalmente el espacio público o incluso constituirse en una opción de compra para quienes terminaban sus rutinas de ejercicio.
Desde las 9 hasta las 18 hs., armaron sus puestos, colocaron los productos de arduo trabajo para seducir a los y las paseantes con la decoración, la distribución de los bienes en los stands más la cartelería de precios junto a eventuales ofertas especiales.
Baltazar cosechó verduras en La Capilla, utilizó la posibilidad porque “nos ayudó bastante, nos dio visibilidad y la clientela estuvo conforme, muy de acuerdo con los importes accesibles para la gente”.
No obstante, hubo variedad en la comercialización. Liliana, vendedora de remeras sublimadas oriunda del barrio Pico de Oro aseguró: “Esta jornada estuvo buenísima, sobre todo las del fin de semana. Vinieron muchas personas y vendimos gran parte de nuestras prendas”.
Desde la óptica ahorrativa, Edith recurrió múltiples veces, comparó puntos de venta, compartió con sus amistades la iniciativa municipal para adquirir vegetales o frutas de calidad a convenientes costos. “Mercadería fresca, bien conservada, duradera y la posibilidad de economizar. Avisé a todo el mundo”, contó sobre su experiencia donde por ejemplo “en la verdulería compré medio kilo de frutillas, no me gustaron. Hoy compré 1 kilo: no tiré ni un pedacito”.